Oriento mi trabajo al estudio del esoterismo occidental y su vínculo con el arte. Investigo creencias, sistemas y prácticas heterodoxas que han sido relegadas por los discursos dominantes de nuestra sociedad para así encontrar otras formas de conocimiento.
Frecuentemente me pregunto, ¿por qué hago arte?
Porque el arte siempre me ha permitido llamar a espíritus, invocar las presencias de quienes alguna vez estuvieron y convocar a quienes están. Porque para mí, el arte, además de poseer cualidades taumatúrgicas e incluso teúrgicas, siempre será nigromante. De esta forma, mis obras proponen reflexiones sobre la intersección entre la vida y la muerte, lo visible y lo invisible, la materia y el espíritu.
Por otra parte, pienso el arte como el sendero que decido transitar cada día para llegar a casa. Me es familiar, pero nunca terminaré de conocerlo, nunca se revelará por completo y nunca me mostrará lo mismo dos veces. Y yo, yo no seré la misma … porque el arte es una forma de vida y un ejercicio de visión, de visiones, de la tercera visión.